Un camino para desafiar la informalidad laboral

 

Por: Cristóbal Huneeus, director de Data Science de Unholster

En Chile, durante el trimestre octubre-diciembre de 2023, la tasa de informalidad laboral alcanzó el 27,5%, lo que representa a 2,5 millones de ciudadanos, según la Encuesta de Empleo del INE. Este segmento de la población enfrenta un alto riesgo de pobreza por no contar con protección ante desempleo o accidentes laborales, debido a la falta de aportes a la seguridad social. Además, la carencia de ahorro previsional también conduce a pensiones más bajas en la vejez.

Los trabajadores informales constituyen un grupo diverso, dividido principalmente en tres categorías. El grupo más pequeño, con un 16,3%, incluye desde familiares no remunerados hasta empleadores informales. Los asalariados informales, que representan al 26,5%, trabajan en empresas formales sin recibir contribuciones a la seguridad social. Sin embargo, me enfocaré en el grupo más gran-de, que comprende el 51,3% y está integrado por trabajadores independientes informales.

¿A qué se debe la informalidad? La respuesta tradicional es que se da por el alto nivel del salario mínimo y la regulación laboral. Sin embargo, existe una explicación alternativa. Para el trabajador, es crucial no solo cuánto gana, sino también por cuánto tiempo mantendrá esos ingresos. Aquí radica una diferencia significativa entre los sectores formal e informal.

Según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del INE, el ingreso informal suele ser casi la mitad del formal, pero más estable debido a la alta rotación en el mercado laboral chileno, que afecta principalmente a trabajadores de baja productividad.

Por lo tanto, un trabajador informal que intenta pasar al sector formal, pero enfrenta empleos de corta duración, podría no lograr una transición sostenible por falta de recursos. Aunque podría ganar más, trabajaría menos tiempo.

Para lograr una transición exitosa y sostenida al sector formal, el trabajador necesita encontrar mejoras en su productividad que no solo aumen - ten sus ingresos, sino también su permanencia en el empleo, evitando así la tentación de volver a la informalidad.

Crear este círculo virtuoso requiere que el Estado invierta en la capacitación del trabaja - dor para aumentar su productividad y, al mismo tiempo, asegure un ingreso durante la transición. Esta doble inversión es fundamental si queremos como país cambiar el patrón de alta informalidad, que tanto afecta a nuestra economía, dándoles a los trabajadores la estabilidad para que esta transición sea sostenible.

La estrategia es crucial para alcanzar la meta del Presidente Boric de reducir la informalidad a un "mínimo histórico del 25%”, un cambio que debe ser impulsado desde el Estado.

 
El MercurioAlicia Hamilton