Aspirar a la paridad también en el proceso de vacunación

 

Por Cristóbal Huneeus, director de Data Science Unholster

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 El 3 de febrero de este año se inició un proceso de vacunación que trajo consigo una esperanza para millones de chilenos que, tras casi un año de incertidumbre y medidas de confinamiento dinámicas que a ratos entregaban más dudas que certezas, veían en la inoculación una luz al final del túnel.

El plan nacional al inicio fue aplaudido y destacado a nivel mundial, hoy lamentablemente las constantes altas cifras de contagios han opacado una puesta en escena que tiene a más de 7 millones de chilenos ya con las dos dosis.

La máquina del proceso de vacunación continúa, sin embargo, lo que salta a la vista -y los datos lo reflejan-, es la ausencia de una campaña por parte de autoridades enfocada en grupos específicos.

En Unholster, empresa líder en Big Data, Data Science y Software a medida, analizamos, por ejemplo, que en las comunas con mayor número de inmigrantes y población evangélica, la inoculación era más baja que en otras. Y el último análisis desarrollado, refleja la diferencia que existe entre el proceso de vacunación de hombres y mujeres.

Según los datos que provienen del Github del Ministerio de Ciencia que fueron cruzados con registros del INE, hasta el 1 de mayo un 56% de las mujeres entre 18 y 90 años se había vacunado con la primera dosis, versus un 50% de los hombres.

Esta brecha de género se agranda si uno analiza el escenario de la segunda dosis: 48% de las mujeres cuenta con su segunda vacuna, versus un 40% de los hombres. Las razones pueden ser varias, los hombres y mujeres tienden a tener comportamientos diferentes en lo que respecta la salud y esta diferencia en la vacunación es consistente con aquello.   

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Por otra parte, si miramos la diferencia de vacunación de la primera dosis por edad vemos que las mujeres se vacunan en mayor proporción que los hombres entre los 18 y 70 años, y después la vacunación es superior en los hombres.

La semana pasada, se vacunó a la población entre 44 y 40 años, mientras que esta pueden hacerlo quienes estén en el rango entre 39 y 35 años. Incluso en estos grupos, las mujeres ya se han vacunado más que los hombres e incluso en los de mayor edad.

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¿Por qué destaco la diferencia en las cifras? Porque esta diferencia puede tener consecuencias importantes para la recuperación del país en otros aspectos, como el económico en el caso de sectores productivos que son más intensivos en perfiles masculinos como, por ejemplo, la construcción. Los no vacunados se pueden infectar más fácilmente y contagiar a un mayor número de personas, y en el caso extremo, tener que mandar a todos los contactos estrechos a cuarentena y verse obligado a suspender la obra/faena. Este sector es además más proclive a contratar inmigrantes, que como lo exponen los datos, tienden a vacunarse menos.

En otro aspecto, cabe destacar que esta diferencia también puede afectar la participación en las próximas elecciones del 15 y 16 de mayo. Si los vacunados se sienten más protegidos, entonces las mujeres irán a votar en mayor proporción que los hombres, exclusivamente porque hay un mayor número de ellas vacunadas.

Por último, preocupa que el Ministerio de Salud no exponga las diferencias de vacunados por género, comuna o región. De hacerlo, se transparentaría dónde están los bolsones que faltan por inocular e implementarían campañas focalizadas. En tiempos como los que corren, sólo con más datos y mayor precisión podremos optimizar aún más no sólo un proceso de vacunación que se ha destacado, sino también una lucha contra un virus que mantiene las cifras de contagios en un nivel que no es compatible con el retorno a la normalidad.   

 
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