Cristóbal Huneeus, director de Data Science de la consultora Unholster: “Lo que le pondrá las restricciones al programa del próximo presidente serán los votos que tenga en el Parlamento”

 

A casi ocho décadas de la última vez que la derecha superó el 50% de los votos en una primera vuelta, plantea que el desafío de ese sector no será solo repetir esa marca, sino convertirla en poder político efectivo en el Congreso. En paralelo, dice que el oficialismo debe apostar a que Jeannette Jara logre un resultado que le permita sostener su opción en el balotaje.


En la elección presidencial de 1946, la derecha llegó dividida: Fernando Alessandri (Partido Liberal) y Eduardo Cruz-Coke (Partido Conservador) compitieron por separado y, en conjunto, superaron el 56% de los votos. Como ningún candidato alcanzó la mayoría absoluta, el Congreso definió y eligió como mandatario al radical Gabriel González Videla.

Cristóbal Huneeus, economista y director de Data Science de Unholster —que desarrolla la plataforma de datos políticos Decide Chile—, explica que ese episodio es el último registro en que ese sector superó la mitad del electorado en primera vuelta.

“Si uno suma las encuestas, en todas —excepto en dos—, la derecha, con sus tres candidatos, pasa el 50%”, dice. “En 2005, Piñera y Lavín sumaron 49%. En 2009, Piñera llegó al 45%. Y antes del 70, tengo que remontarme a 1946, cuando la derecha sumó 56% de los votos”.

Si las cifras que proponen la mayoría de las encuestadoras se confirman, advierte Huneeus, sería la primera vez desde entonces que la derecha vuelve a cruzar ese umbral en una primera vuelta presidencial que, tal como hace casi 80 años, ocurriría con el voto dividido, esta vez, entre tres candidatos. Pero la incógnita es aún mayor: si esa adhesión electoral se traducirá en poder efectivo de quien llegue a segunda vuelta.

“La gran pregunta es si esa marea se va a traducir en mayorías reales en el Congreso, porque uno puede tener un candidato fuerte, pero sin escaños suficientes su programa queda condicionado. Esta elección dirá si la marea de la derecha sube todos los botes”, dice.

“La señal política más importante es la primera vuelta y, sobre todo, el Parlamento”, agrega, y luego afirma que “ninguno de los tres candidatos de derecha, si gana, va a poder hacer su agenda sin los otros. Ninguno va a tener 78 diputados solo. Se necesitan los tres”, agrega.


“Jara, para tener una posibilidad real en la segunda vuelta, tendría que estar sobre 40% (en primera vuelta)”.

El economista Cristóbal Huneeus es el director de Data Science de Unholster.


Jara y los intentos del Gobierno por favorecerla

En el tablero electoral, el desempeño de Jeannette Jara aparece como una de las incógnitas más relevantes de la jornada del 16 de noviembre. Mientras en el oficialismo confían en que el rol del Gobierno y la exposición mediática de la candidata le permitirán consolidar su base, en su propio comando reconocen que el desafío es llegar a la segunda vuelta con una votación que no deje su candidatura sin margen político. Huneeus lo resume en una fórmula simple: sin superar el 40%, dice, la carta del Ejecutivo no tendrá opciones reales de competir en el balotaje.

—¿Qué tan decisivo será el resultado de Jeannette Jara en la primera vuelta?

—Yo creo que Jara, para tener una posibilidad real en la segunda vuelta, tendría que estar sobre 40%. Lo que es bastante difícil, considerando el volumen de votación y la fragmentación del escenario.

—¿Por qué ese número?

—No es solo un umbral estadístico. Una candidatura que pasa con 28% no tiene espacio suficiente para construir una mayoría. Con 38% o 40%, en cambio, puede correrse hacia el centro y armar una coalición más amplia.

—El Gobierno ha estado muy presente en la campaña. ¿Ese apoyo ayuda o perjudica?

—Yo creo que lo que refuerza es el voto de castigo contra el Gobierno. Hay votantes que hoy están con la derecha, porque no les gusta esta gestión. Cuando el Presidente habló en cadena nacional o entró en polémicas con los candidatos opositores, reforzó esa sensación.

—¿Se ha visto un cambio en la estrategia oficialista?

—Sí. El anuncio sobre Punta Peuco, por ejemplo, es un intento de favorecer a Jara a diez días de la elección, con una señal en materia de derechos humanos que busca equilibrar el efecto de esas polémicas. Creo que en los últimos días hay un giro de tono, tratando de mejorar su posición en la última milla.

—¿Y qué tan distinta es esta elección respecto de las anteriores?

—Tiene voto obligatorio, tres candidaturas fuertes en la derecha y un electorado más volátil. Eso vuelve el margen de maniobra del oficialismo mucho más estrecho. La elección se transformó en una primaria dentro de la derecha, no en una presidencial.


Los lugares que definirán las victorias políticas

Aunque el foco de la atención está puesto en la carrera presidencial, Cristóbal Huneeus insiste en que la verdadera dimensión política de la elección se medirá en el Congreso.

“El Presidente va a ganar, sea quien sea”, dice, “pero lo que le pondrá las restricciones a su programa serán los votos que tenga en el Parlamento”.

Desde la modelación de Unholster, basada en los resultados de concejales 2024, se proyecta un escenario en que la derecha podría alcanzar mayoría en ambas cámaras, un hecho que —de confirmarse— reordenaría por completo la correlación de fuerzas en los próximos cuatro años.

—¿Cómo proyectan la composición del nuevo Congreso?

—En nuestras simulaciones, la derecha —sumando Chile Grande y Cambio por Chile— podría tener mayoría en las dos cámaras. Pero es una mayoría con sensibilidades distintas.

—¿Hay bases para pensar en un acuerdo entre las derechas?

—Yo creo que sí. Hay coincidencias en temas centrales: reducir el gasto fiscal, bajar impuestos, mejorar la seguridad. Las diferencias son de intensidad y de detalle, no de dirección. Uno esperaría que se pongan de acuerdo en los montos, aunque las negociaciones no sean fáciles.

—¿Y cuánto influye el voto presidencial en esa correlación parlamentaria?

—Son vasos comunicantes imperfectos. A diferencia de otros países, los modelos no están integrados, porque hemos cambiado tantas veces las reglas que es difícil conectarlos. Pero hay precedentes: cuando Beatriz Sánchez sacó 20%, eligió 20 diputados. Kast, con su candidatura de 2021, arrastró a 15 diputados. Si Kaiser sigue subiendo, su partido debería verse beneficiado, aunque no podamos cuantificarlo aún.

—¿Qué distritos definirán la elección parlamentaria?

—Hay varias zonas que vamos a mirar con detención. En el Senado, Atacama será clave: si Provoste y Cicardini doblan, es un senador menos para la derecha. También lo que ocurra en Aysén y La Araucanía, donde hay competencia fuerte por los cupos. En la Cámara, el Distrito 11 es central: ahí compiten Schalper, Constanza Hube, Francisco Undurraga y los republicanos. Veremos si la derecha elige tres y Chile Vamos otros tres, o si hay desequilibrio.

—¿Y el Distrito 9, que incluye comunas como Recoleta, Conchalí y Huechuraba?

—Es interesante, porque ahí van dos presidentes de partido: Guillermo Ramírez, que se cambió desde el 11, y José Manuel Santa Cruz, de Evópoli. Además, en esa zona, antes Karol Cariola arrastró a dos diputados más; ahora ella no compite, y habrá que ver si ese “efecto arrastre” se repite o se disipa.

—¿Dónde más concentrar la atención?

—En Valparaíso, por la disputa entre Diego Ibáñez y Karol Cariola; en la Región Metropolitana, por quién logre la primera mayoría dentro de la derecha, y en La Araucanía, donde la fragmentación puede costarles un escaño a las derechas. Esas son las batallas que van a definir la victoria política del próximo domingo.


Una elección que se definirá en los márgenes

—¿Qué impacto pueden tener los debates, la franja televisiva y los cierres de campaña en un escenario tan estrecho?

—Yo estoy sesgado por la evidencia de afuera, donde hay más estudios, y en general, los debates tienen un efecto de corto plazo, porque está pasando tanta cosa en la agenda que es difícil que eso perdure. Obviamente, hay casos emblemáticos donde el debate puede hacer una gran diferencia, pero acá no he visto evidencia de efectos duraderos. Sí creo que tienen un efecto anímico en los comandos: cuando sienten que lo están haciendo bien, refuerzan su discurso y perseveran en esa línea.

—¿Y qué se puede anticipar del comportamiento del votante no habitual, ese electorado obligado a participar por primera vez?

—Lo que sabemos es que la política no les interesa. Si no estuvieran obligados, no votarían. Esta elección, sin voto obligatorio, sería totalmente distinta. Lo que mostraron los últimos diez o quince años es que la izquierda era muy buena para movilizar a su gente cuando el voto era voluntario, pero este nuevo grupo no se moviliza: se informa la última semana o el último día. El debate del lunes puede ser clave para ellos, cuando digan: “Chuta, tengo que votar, ¿por quién lo hago?”.

—¿Qué señales van a ser decisivas entre la primera y la segunda vuelta?

—La segunda vuelta siempre es engañosa. La señal política más importante es la primera vuelta y, sobre todo, el Parlamento. Pero las señales que dé el candidato hacia los otros dos candidatos que no pasen van a ser muy importantes. ¿Qué les ofrece para que se sientan incorporados en el futuro gobierno? ¿Qué cosas de sus programas recoge? Esas decisiones, en las primeras 48 horas después de la primera vuelta, pueden definir el resultado final.

—¿Se puede anticipar la composición del próximo Congreso en cuanto a cohesión interna?

—Yo distinguiría los movimientos dentro de los pactos de los movimientos entre coaliciones. Si un diputado de RN se va al Partido Nacional Libertario, no lo veo tan problemático. Lo más complejo es cuando se mueven entre bloques, porque podrían afectar la mayoría. Pero ahí la señal que dé la primera vuelta y cómo se recogen las propuestas de cada sector va a ser clave para mantener la cohesión.

—¿Y qué lugar ocupa el factor Parisi y el Partido de la Gente en este escenario?

—Nosotros le damos pocos diputados, uno solo. Pero es un fenómeno, porque en las encuestas, antes de la veda, marcaba muy parecido a la elección anterior. Puede haber una sorpresa, pero lo más interesante va a ser qué pase con sus candidatos al Congreso. Sus diputados de 2021 se fueron todos y hoy están en distintos sectores. En nuestras proyecciones, solo entra Pamela Jiles, que no alcanza esta vez a arrastrar a nadie.

Fuente
 
El MercurioAlicia Hamilton