¿Por quién votar el 7 de mayo? Muchos chilenos aún no se deciden. Peor: ni siquiera conocen a los candidatos. Los resultados de esa elección son cruciales para definir cómo seguirá el proceso. Si a la comisión de expertos, este “congresito de gente que sabe” -escribe Patricio De la Paz-, le preocupa más defender el interés de sus partidos que trabajar en el reencantamiento de la gente, ¿cuáles son los riesgos para que la legitimidad democrática soñada para la nueva constitución sea un hecho?
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Y hay más preguntas.
¿Cuánto de la distancia actual entre la ciudadanía y el mundo político, y también respecto del tema constitucional, podría acortarse con esta comisión de expertos? Varios entendidos dicen que cero. Que en eso no colabora el perfil técnico del grupo ni esta presencia protagónica de los partidos en su origen. En el mejor de los casos, dicen, no aumentarían la brecha. Reducirla, imposible.
No es tampoco un grupo diverso. Es mayoritaria la cercanía a grupos políticos y prácticamente todos pertenecen a una élite académica. Escasa la presencia de regiones. Escasos los que estudiaron en la educación pública. Hay algunas sensibilidades con temas como el feminismo, los pueblos originarios o el medio ambiente, pero muy de minoría. Y cuando esas palabras se mencionan, lo hacen con cautela. No hay banderas de temas específicos, y aunque eso puede ser una ventaja en la discusión, es una distancia abismante de las materias que hace meses atrás parecían prioritarias.
“Si no se van a considerar las soluciones ofrecidas por la Convención Constitucional, muchas muy deficientes en lo técnico, la comisión experta debería al menos presentar propuestas alternativas para hacerse cargo de diagnósticos acertados que se identificaron en dicha Convención: reivindicaciones locales que la política nacional ha invisibilizado por años. Desconocerlas, puede ser una fuente de cuestionamientos para la nueva constitución, si no una sentencia de muerte”, advierte García-Huidobro.
Las edades de los expertos, uno de los pocos rasgos de diversidad, van entre los 36 y los 75 años. El más joven es el abogado socialista Flavio Quezada. El mayor, el ex ministro de la UDI Hernán Larraín. Y un dato etario extra: el 71% de los expertos nació después del golpe militar. ¿Impacta eso en un año en que se conmemora medio siglo de ese hecho?
Un dato: por la manera en que fue constituida, esta comisión experta repite el equilibrio político del Congreso. Como un “congresito” de gente que sabe.
Hay paridad en el comité. Eso hay que reconocerlo. El equilibrio entre hombres y mujeres -12 y 12, en este caso- ya se convirtió en un desde, al menos en las instancias constituyentes. No pocos hacen notar, en todo caso, que eso se exhibe hoy como un mérito, cuando en el proceso anterior ya era considerado algo evidente.
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Aunque no pronuncia esa palabra exacta, el director de Data Science-Unholster, Cristóbal Huneeus, también percibe un péndulo. “El proceso anterior fue de los movimientos sociales; el actual es de los partidos políticos. El anterior era básicamente por los medios de comunicación, todo transparente, público, sus sesiones todas grabadas; ahora estamos en el otro extremo: pocas sesiones, muchas secretas o sin audio. Eso ha hecho que el tema baje en la opinión pública, lo que me parece bien”.
El 6 de junio se hará la posta de trabajo entre los expertos y los 50 consejeros que se elegirán en mayo. Ese día les pasarán su anteproyecto constitucional, del cual ya se han ido aprobando las primeras normas. Para entonces, será vital qué tanto apoyo y legitimidad ciudadana tenga el texto experto. También influirá el perfil de los constituyentes que continuarán el trabajo hasta fin de año.
Mientras una buena parte del electorado aún no decide por quién votar -muchos incluso ni siquiera saben cuáles son los candidatos que van por su circunscripción-, un vistazo rápido a las listas deja claro que están cargadas a las caras políticas. Ex alcaldes, ex ministros, ex dirigentes de partidos. ¿Otra vez los mismos de siempre?
Si la distribución política de la próxima Comisión Constitucional resulta similar a la del Congreso, los analistas auguran menos debates álgidos sobre el texto propuesto. Lo que ocurra en mayo, entonces, definirá la mecánica de las próximas negociaciones constitucionales. Si en las elecciones hay sorpresas o desbalances muy marcados, como algunos también piensan, será más difícil prever la ruta. En medio de estas aguas movidas, los partidos no respiran tranquilos y hacen sus propias encuestas. Una de ellas, por ejemplo, mostró hace dos semanas que el Partido Republicano podría alcanzar entre 8 y 10 cupos. Encendió las alarmas. La última Criteria, por su parte, mostró una gran preferencia de voto por partidos “outsiders”, como el Partido De la Gente.
De la recuperación del afecto ciudadano, del reencantamiento de la gente, depende en buena parte la llegada a puerto y la legitimación de este proceso. Ésa debería ser una preocupación permanente.
Mientras una buena parte del electorado aún no decide por quién votar -muchos incluso ni siquiera saben cuáles son los candidatos que van por su circunscripción-, un vistazo rápido a las listas deja claro que están cargadas a las caras políticas. Ex alcaldes, ex ministros, ex dirigentes de partidos. ¿Otra vez los mismos de siempre?
“Podríamos terminar con un texto que no genere adhesión y legitimidad, y que en peor de los casos se rechace de nuevo, lo cual nos dejaría con una Constitución ya deslegitimada y sin agua en la piscina para un proceso nuevo. Y en el mejor de los casos, con un texto aprobado, pero que no lo quieren”, señala Mayorga.
Hay preguntas. Hay incertidumbre.
No hay que bajar la guardia.
Es tiempo de mantener los ojos bien abiertos.