Ahorrar para la pensión con las compras: la idea de Briones y Evópoli

 
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Es una fórmula innovadora que podría facilitar la cotización de los trabajadores informales, pero exige una compleja implementación si se aspira a que sea masiva.

El Gobierno aún no entrega su postura sobre la propuesta previsional presentada hace tres semanas por el equipo opositor liderado por el presidente de la comisión de Trabajo del Senado, Juan Pablo Letelier (PS). Y otro grupo de senadores opositores impulsa una iniciativa para "nacionalizar" los fondos de pensiones.

Mientras aquello sucede en la vereda al frente, en el oficialismo están surgiendo nuevas ideas. 

Una de ellas es la "cotización a través del consumo", focalizada en los grupos más vulnerables, propuesta por Evópoli como parte de su fórmula para mejorar el sistema previsional. La idea había sido planteada antes de asumir su cargo por el ministro de Hacienda y militante de ese partido, Ignacio Briones, quien la ha reafirmado en el último tiempo como una fórmula para que los trabajadores informales aporten a su jubilación.

La mayor rotación en el empleo, el crecimiento del sector informal y también de quienes trabajan para plataformas tecnológicas impulsa la búsqueda de fórmulas innovadoras para el ahorro previsional en la región. El Banco Interamericano Desarrollo (BID) tiene un "laboratorio" de experiencias de distintos países de la región, que promueven el ahorro mediante SMS, redes sociales y apps. De prosperar, este ahorro vía consumo sería una novedad en la región.

¿Cómo opera?

No todos ahorran para su futura pensión: algunos trabajadores, como los que no tienen contrato ni emiten boletas, no están obligados. Pero todos compran. Y cuando lo hacen, el Estado recauda 19% del valor total de lo comprado a través del IVA. Evópoli juntó todo eso y planteó: ¿Y si 1% de ese impuesto no fuera al Fisco, sino a una cuenta individual de ahorro para pensión del comprador?  

La propuesta apunta a los tres primeros quintiles de ingreso, con un tope mensual de $20 mil de ahorro por esta vía, que sumaría una especie de subsidio espejo del Estado por el mismo monto ahorrado. "Esta medida no solo permitirá captar recursos de manera efectiva en los deciles más bajos y universalizar la cotización, sino que también se espera aumente la conciencia de las personas respecto a su ahorro previsional", dice el documento.

Aunque no está descrita la solución tecnológica para hacerlo, sugieren fórmulas como la de Pensumo, una aplicación española que se descarga a un teléfono inteligente, funciona con una red de comercios adheridos y un socio financiero que gestiona el ahorro. En Chile ya partió algo similar, con dos farmacias asociadas y a Principal como socio financiero, aunque en este caso el ahorro es general (no para pensión) y se invierte en un fondo mutuo para rentabilizarlo.

Esquiva masificación

"Es una propuesta interesante y me parece positivo buscar fórmulas innovadoras para enfrentar un problema real, que es la necesidad de aumentar la base de cotizantes", afirma el director de Data Science de Unholster, Cristóbal Huneeus.

El economista, que integra el equipo técnico de la oposición en materia de pensiones, ve difícil que una fórmula como la propuesta llegue efectivamente a los tres primeros quintiles de ingreso, donde además hay porcentajes importantes de trabajadores independientes y cuenta propia.

"El incentivo tendría que ser muy grande para que la gente participe, pero sabemos lo complejo que es que la gente ahorre para su vejez si no está obligada. Esto no creo que pueda sustituir la cotización obligatoria", comenta. 

El académico del Centro de Sistemas Públicos (CSP) de la Universidad de Chile Alejandro Barros estima que "esta es una idea que suena bien en el pizarrón, pero tiene dificultades importantes de implementación y sobre todo de capilaridad, ya que se aspira a llegar a grandes masas de ciudadanos".

Comenta que hay empresas B que han desarrollado aplicaciones similares, "pero en general son ejemplos muy acotados, que no se han masificado". También ve complicaciones logísticas y transaccionales, porque se tienen que armar un modelo robusto que soporte un gran número de operaciones e integre una red de comercios importante.

"Puede funcionar bien con las grandes cadenas, pero con el comercio detallista lo veo más difícil. Y por el volumen de transacciones esto tiene harta cara de un operador grande, una suerte de Transbank. No es algo que se arme de la noche a la mañana", plantea.

 
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